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Historia. El entrenamiento se realiza en el estadio La Paz, el parque metropolitano Timiza, Villa del río, un lugar apacible hasta el que llegan seis meses por semana estudiantes y cuerpo técnico, con las esperanzas de cosechar tiempos. Poco a poco, o un mejor, gol a gol, lo han hecho: recientemente, el club arrasó con el segundo torneo a escuelas formativas, en el que participaron más de 30 equipos de la capital, y también logró meterse en el cuadro de honor del torneo de la liga de fútbol de Bogotá. Uno de los triunfos más significativos y que recuerdan con cariño los integrantes de Estudiantes C.K. lo constituye el hecho de haberle ganado a Compensar, el campeonato conmemorativo de los 15 años de la escuela. Uno de los conjuntos mejor fundamentados de Bogotá. Esto sucedió en junio de 2005, por lo que ahora, cada nuevo encuentro entre las dos agrupaciones se ha convertido en un verdadero clásico. Al cierre de esta edición, Estudiantes C.K. se encontraba en la pelea por el título del torneo de la liga de fútbol de Bogotá, tras derrotar nuevamente a Compensar, en los celulares finales mientras que otra categoría había alcanzado el tercer lugar en dicho festival. Estudiantes C.K. también goza de popularidad entre los hinchas del vecino municipio de Soacha. Alli, en el estadio Luis Carlos Galán Sarmiento, se ha llevado varias veces la victoria. Sin embargo, una de las grandes aspiraciones de la escuela consiste en conseguir los recursos necesarios para viajar a Medellín, donde sus similares de la capital Antioqueña le esperan a finales de ese año para disputar un cuadrangular relámpago. Estudiantes C.K. una fábrica de futbolistas. En un privilegiado paraje el suroccidente de Bogotá, en medio de centenarios eucaliptos y a orillas de uno de los pocos lagos que todavía quedan a la ciudad, más de 200 muchachos se preparan semana a semana con la ilusión de jugar algún día en un club profesional de fútbol y porque no, lucir la camiseta de la selección Colombia. Muchos podrían lograrlo, porque además de las ganas se tiene la madera. Sin lugar a dudas, en el planeta entero, los millones de niños y jóvenes para quienes el fútbol constituye un delirio, comparten el mismo sueño. No importa en qué idioma hablan, o si son por dos o placas, ni su raza o color de piel, si son ricos o pobres y mucho menos si de verdad juegan bien. Lo cierto es que todos, alguna vez, se han imaginado el hombro de sus seguidores, dando la vuelta olímpica y la bandera es un país conquistando los cielos. Es el sueño del triunfo de la fama. En Timiza, uno de los 400 varias de ciudad Kennedy, un grupo de estos enamorados del balón sabe que no se puede quedar soñando y que para llegar lejos hay que trabajar duro. |
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